Alonso Fernández de Lugo, con el permiso de los Reyes Católicos, desembarcó en el año 1494 en Santa Cruz de Tenerife con un contingente de soldados destinado a conquistar definitivamente la isla y ponerla bajo el dominio de la Corona.
El pueblo originario de la isla se enfrentó a las tropas de Lugo, y el combate por la posesión de la tierra se prolongó a lo largo de dos años, terminando con la derrota de los habitantes del lugar quienes, al igual que habia sucedio en América, sufrieron la desventaja considerable de no contar con la tecnologia guerrera de los españoles y no estar protegidos contra las enfermedades que estos les traían.
La repoblación de la Isla fue lenta y se nutrió, además de españoles, de portugeses, italianos y alemanes. Los nuevos pobladores se ocuparon de cambiar la geografia del lugar introduciendo nuevos cultivos como la caña de azúcar a los que posteriormente se agregaría la vid y el plátano.
Su cercanía con el mar la volvía una presa codiciada para los piratas quienes la visitaron de manera frecuente a lo largo de los años. Entre los innumerables barcos que intentaron atacar la isla se encontraron embarcaciones que respondían a Francia, Inglaterra y Holanda, además, por supuesto, de musúlmanes.
El ataque más conocido fue responsabilidad del famoso almirante Nelson, quien perdió un brazo cuando intentaba desembarcar en la orilla; aunque, también frecuentaron las costas de Tenerife, sir Walter Raleigh y John Genings.
La prosperidad de la isla se vio interrumpida el año 1670 por la crisis del sector vitivinicola a lo que se sumó la necesidad de la corona de poblar las tierras de América para que no cayeran en manos de otras potencias. Por ese motivo, muchos habitantes de las islas emigraron, tentados por la oferta, al Nuevo Mundo donde adivinaban maravillas que, en algunos casos, obtuvieron, y en muchos otros, no.
Los destinos más escogidos para radicarse de los canarios fueron Venezuela, Cuba, Puerto Rico y Estados Unidos. En 1726, un grupo de familias isleñas fundó la ciudad de Montevideo; en 1730, otro grupo fundó la ciudad de San Antonio, en Texas.
La decisión de probar suerte en el extranjero no se detuvo en esos años: la falta de una estabilidad económica y las noticias sobre el éxito de muchos emigrados hizo que durante los siglos XIX y XX continuaran radicándose en otros paises muchos canarios.
Por supuesto, de la misma forma que muchas familias eligieron partir hacia horizontes mas prometedores, muchos extranjeros decidieron visitar Tenerife, atraidos por la indudable belleza del lugar, lo que terminó generando una poderosa industria que hoy representa el 60% del Producto Interno Bruto.
Cada año, Tenerife recibe la visita de millones de turistas, siendo una de las islas más visitas de Canarias.
El comercio también es importante para los ingresos de Tenerife, pues representa el 20% del Producto Interno Bruto gracias al Puerto de Santa Cruz de Tenerife, seguido por la actividad industrial (10%) encarnada en la refinería de petróleo.
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